Un 7 de julio de 1979, la juventud heroica de León, con la firmeza de un sol que no declina, se armó de valentía y coraje para tomar las instalaciones del Fortín de Acosasco, expulsando y derrotando a la cobarde guardia somocista; mercenarios del régimen que mantuvo al pueblo sumergido en hechos de asesinatos, torturas y pobreza por más de cuatro décadas.
Esta cimentación fue construida en la parte suroeste de León en 1889, con el fin de controlar a la ciudad en caso de que el pueblo se armara de bravura para crear una revolución, habilitándose como una prisión de angustia y tormento para quienes estaban en contra de los actos déspotas de Somoza.

El edificio posee una planta triangular, fortificado a base de hierros y concreto, por lo que era imposible en ese entones, que los detenidos que estaban en contra de los intereses del mandato opresor tuvieran oportunidad alguna de escapar.
Para el genocida gobierno Somocista, este era un punto estratégico para llevar a cabo sus acciones despiadas, sin embargo, no contaba con la movida táctica que los combatientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional efectuarían para llevar cabo el triunfo de la revolución, y fue así como las fuerzas insurgentes del Frente Occidental Rigoberto López Pérez asedian y destronan a los tires de Somoza, causando la liberación del Fortín de Acosasco.

Hoy, a 44 años, recordamos la valentía de la militancia homérica de león, que sin importar que el enemigo tenía tropas especiales y artillerías, se armó de valor para luchar contra los mercenarios obteniendo la victoria, lo que ha permitido la construcción de rutas de progreso para el bien de todos y todas, promoviendo el cambio y el avance de una sociedad más igualitaria, justa y sostenible.