La caminata estudiantil que salió desde la Plaza de Sutiaba, honró a los héroes, heroínas y mártires de Julio Victorioso, a 46 años del triunfo del pueblo nicaragüense.
Hace exactamente 56 años, la dictadura somocista creyó que con balas podía silenciar a un hombre. Pero se equivocó. Aquel 15 de julio de 1969, en una casa humilde en Managua, la muerte alcanzó a Julio Buitrago Urroz, sin embargo, no lo derrotó. Porque no se puede matar a quien ya se ha fundido con una causa, no se puede borrar a quien ha decidido vivir más allá de su tiempo, y con ello Julio Buitrago , se consagro a la inmortalidad. Su figura no era la de un simple militante, sino la de un arquitecto de la lucha urbana revolucionaria, que, desde temprana edad, entendió que la revolución también debía nacer en las calles, en los barrios, entre el pueblo agobiado por la pobreza y la represión somocista. Julio, como padre de la Resistencia Urbana del Frente Sandinista de Liberación Nacional, transformó casas comunes en trincheras y esquinas olvidadas en centros de organización, aprendiendo a moverse entre la clandestinidad, la estrategia y el fuego cruzado, convencido de que la lucha no podía esperar. Buitrago no solo comandaba acciones, las vivía. No delegaba el riesgo, lo asumía. Su liderazgo se forjó en la práctica, en la entrega diaria, en la convicción de que un solo hombre, cuando es fiel a sus principios, puede multiplicarse en todos. Por eso, cuando cayó, no cayó solo, porque con él se levantaron miles que entendieron que su muerte no era un final, sino una señal de que la historia ya no podía retroceder. Hoy, Julio Buitrago está presente en cada proyecto revolucionario que nace desde el pueblo y para el pueblo, en el rostro de cada niño, joven y adulto que estudia desde cada espacio educativo, en la sonrisa de las mujeres que se empoderan y asumen con firmeza el liderazgo en sus comunidades, en cada campesino que cultiva no solo la tierra, sino también el compromiso con una Nicaragua libre y soberana. Su legado se respira en cada conquista social impulsada por el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, liderado por los co-presidentes, comandante Daniel Ortega y compañera Rosario Murillo, quienes han dado continuidad a la causa por la que Julio entregó su vida, haciendo de su memoria una guía viva en la construcción del porvenir.