El despertar de las victorias, la libertad del pueblo, con trabajo, salud y educación así sobrevive la llama viva revolucionaria en cada corazón militante y leal a los principios que defendían aquella tarde del 23 de julio de 1959, Sergio Saldaña, José Rubí, Erick Ramírez y Mauricio Martínez, en compañía de cientos de estudiantes, cansados de que cada día se pisotearan sus derechos y se les redujeran las oportunidades de convertirse en verdaderos en hombres y mujeres que darían realce a nuestro país, a través de la oportunidad de saborear el arma más poderosa del mundo LA EDUCACIÓN.
Primero nos hirieron al padre del Frente Sandinista de Liberación Nacional, comandante Carlos Fonseca Amador en el sector de Honduras y aquí en León de Nicaragua estudiantes de una verdadera marcha pacífica, recibieron una vil respuesta por el opresor de nuestra bandera azul, blanco y azul.
Fueron cuatro los muertos y más de sesenta los heridos físicamente, pero nunca se imaginaron que el coraje de quienes sufrían con impotencia en el corazón las adversidades que querían establecer como costumbres sucias y ruines a manos de la guardia somocista, despertarían al gigante el más grande fervor de luz de libertad.
Ustedes fueron la chispa que Nicaragua necesitaba para preparar la ofensiva.
Gracias porque ahora gozamos de restitución de derechos que garantizan Autonomía con educación gratuita y de calidad.
Compañeros, morir no era una elección, pero, aunque no estén aquí físicamente, si están sus descendientes y estarán por generaciones desde la historia de aquellos que vieron sus intenciones desde el palpitar de sus voces de amor.
¡No pudieron, Ni podrán!
¡Siempre será 19, siempre será 23!
Porque ¡Sandino vive, La lucha Sigue!
Y aquí somos ¡Leales siempre, traidores nunca!