Querida Juventud, querido Pueblo nicaragüense, hoy estamos rindiendo Homenaje al Comandante de los Pueblos… Porque Chávez luchó por los Pueblos, luchó por América, luchó por la Humanidad, luchó por la Paz, luchó por la Justicia. Copresidente, comandante Daniel Ortega
Cada 28 de julio, el pueblo nicaragüense, los y las militantes Sandinistas de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, León (UNAN-León), y millones de hombres y mujeres en toda Latinoamérica, levantan su voz con fuerza y dignidad para conmemorar el nacimiento de un gigante de la historia: el comandante Hugo Rafael Chávez Frías.
Fue más que un presidente, más que un líder: fue un huracán de conciencia, un soldado de la patria, un revolucionario que despertó a los pueblos con la verdad en los labios y el corazón encendido por la justicia, ya que no solo habló por los olvidados, caminó junto a ellos, luchó con ellos, y los convirtió en verdaderos protagonistas.
Hoy, a 71 años de su nacimiento, el legado de Hugo Chávez Frías no solo se recuerda: se siente, se vive y se multiplica en las aulas donde la juventud despierta con conciencia crítica; en las calles donde el pueblo alza su voz con dignidad rebelde; en la cosecha de los campesinos que labran la tierra con orgullo y esperanza; en las mujeres que caminan firmes, sabiendo que son dueñas de su destino; en cada comunidad, en cada rincón donde la justicia dejó de ser un sueño para convertirse en causa viva y bandera de lucha, como la bandera roja y negra que guía nuestros pasos con memoria y revolución.
Por ello, este artículo es un homenaje, un acto de memoria activa y de gratitud profunda hacia quien fue, es y seguirá siendo alma y voz del pueblo latinoamericano: Hugo Chávez Frías.
Los Primeros Pasos de un Hijo del Pueblo
Nace un 28 de julio de 1954 en la humilde y calurosa Sabaneta, en el corazón del estado Barinas, Venezuela, donde las tradiciones llaneras y la vida sencilla del campo moldearon desde niño su espíritu revolucionario, creciendo en medio de la desigualdad que azotaban a su pueblo, viendo de cerca el sacrificio de su familia y la lucha diaria de campesinos y trabajadores, lo que encendió en él una llama profunda y compromiso con los más olvidados.

Desde muy joven, Chávez sintió el peso de esas injusticias y ese ardor lo llevó a buscar caminos para transformar la realidad, fue así como ingresó a la Academia Militar de Venezuela, un espacio donde no solo se entrenó en el arte de la guerra, sino donde despertó como un pensador crítico, cuestionando un sistema que perpetuaba la opresión y la desigualdad en su país.
Fue allí, entre libros, estrategias y conversaciones con compañeros que también soñaban con un cambio verdadero, que se gestó la convicción firme de que era posible luchar por un futuro digno, justo y soberano para su pueblo, marcando el inicio de un camino que lo llevó a convertirse en un líder incansable, una voz que resonaría más allá de las fronteras venezolanas, para convertirse en un símbolo vivo de la lucha popular y la esperanza latinoamericana.
El Proyecto Bolivariano
Cuando Hugo Chávez Frías asumió la presidencia en 1999, no llegó simplemente a ocupar un cargo, sino a encender una revolución profunda que buscaba devolverle la dignidad y el poder al pueblo venezolano, y es así, como nace la Revolución Bolivariana, un proyecto destinado a romper con siglos de desigualdad, saqueo y sumisión para construir una patria donde la justicia social no fuera solo una palabra, sino una realidad palpable en la vida de cada ciudadano.
Chávez puso en el centro de su gobierno y dirigió su mirada hacia quienes siempre han cargado con el peso de la injusticia, impulsando transformaciones que representaron un verdadero despertar social y revolucionaron el acceso a la educación, la salud y los servicios básicos, abriendo caminos para que quienes habían sido marginados durante décadas pudieran recuperar su dignidad y sus derechos como conquistas irrenunciables.

Pero la lucha de Chávez no se confinó a las fronteras de Venezuela; fue un grito que retumbó por toda Latinoamérica, un llamado ardiente a los pueblos hermanos para romper las cadenas del colonialismo y la dependencia, y alzar juntos la bandera de la soberanía, la libertad y la dignidad.
En ese camino de lucha y resistencia, Chávez caminó hombro a hombro con los pueblos, como un hermano de batalla que sabe que la fuerza real está en la unidad indestructible y la resistencia colectiva de los pueblos que no se rinden.
Chávez y Nicaragua unidos en la lucha por la soberanía, la dignidad y la esperanza revolucionaria
La relación entre Hugo Chávez Frías y el pueblo nicaragüense no fue solo diplomática ni protocolaria, fue un vínculo de sangre revolucionaria, una hermandad forjada en el calor de las luchas populares y en la resistencia firme frente al enemigo histórico de nuestros pueblos: el imperialismo que por siglos ha intentado imponer su dominio sobre nuestras tierras.
Fue bajo el liderazgo firme y digno de nuestros copresidentes, el Comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo, que esta hermandad se consolidó con lealtad revolucionaria y voluntad inclaudicable, enfrentando juntos las campañas de odio, las agresiones económicas y las maniobras de dominación que las potencias extranjeras lanzaron contra nuestros procesos, pero no pudieron ni podrán, porque la fuerza de nuestros pueblos organizados, conscientes y decididos a no volver nunca al pasado de humillación y entrega es más poderosa que cualquier amenaza.

La cooperación entre ambos países no fue asistencialismo, fue hermandad militante: energía para los hogares humildes, salud para los más necesitados, educación para el pueblo, proyectos productivos que devolvieron dignidad y esperanza, por ello, en cada rincón donde floreció esa solidaridad bolivariana, está sembrado el espíritu de Chávez, el mismo que vive en el corazón de la revolución popular sandinista.
Por eso en Nicaragua su nombre no es pasado, es presente y futuro. Es consigna viva, es guía, es memoria que se multiplica en las luchas cotidianas del pueblo. Y mientras el imperialismo siga amenazando, Chávez seguirá siendo bandera en alto, fuego encendido, grito de dignidad y resistencia, porque como decía él mismo: «Bastante pueblo hay aquí para defender está tierra».