Este 1 de agosto se conmemora un aniversario más del tránsito a la inmortalidad de Arlen Siú Bermúdez, joven revolucionaria, poeta y cantautora nicaragüense que, con su vida y entrega, se convirtió en símbolo de la valentía y amor por la patria. Su figura trasciende generaciones, inspirando a las y los nicaragüenses que ven en ella un ejemplo de compromiso, ternura y coraje.
Arlen Siú nació el 15 de julio de 1955 en Jinotepe, Carazo Su padre, Armando Siú Lau, fue un comunista que formó parte del Ejército Revolucionario en Guangdong, y emigró a Nicaragua en los años 40 huyendo de la guerra y buscando paz. Aquí conoció a Rubia Bermúdez, una mujer de Dolores, Carazo, trabajadora, cálida, con un sentido profundo de comunidad. De ese encuentro nació Arlen, una hija mestiza del mundo, con la mirada rasgada y la palabra clara, con el alma amarrada a la justicia desde niña.



Desde temprana edad mostró gran sensibilidad artística y social, escribía poemas y componía canciones en las que reflejaba su preocupación por la injusticia y la pobreza que atravesaba el país durante la dictadura somocista. Su ingreso a las filas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), fue un paso firme hacia la acción revolucionaria, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en tomar las armas y en ser parte activa de la lucha clandestina.
Legado que trasciende
El 1 de agosto de 1975, cae en combate durante un enfrentamiento en el Sauce, mientras la Guardia lanzaba su ataque, ella no huyó, cubrió la retirada de sus compañeros. Sostuvo la posición con una serenidad que no se enseña, que solo nace. Murió ahí, con 20 años recién cumplidos. Con el cuerpo herido, pero con el alma intacta. Su sacrificio se convirtió en llama viva de la revolución popular, dejando un legado de valentía que sigue siendo recordado en canciones, murales, poemas y en la memoria histórica del pueblo nicaragüense.
Hoy, Arlen Siú es recordada no solo como combatiente, sino como ícono de la mujer nicaragüense que rompió esquemas y demostró que la ternura y la lucha pueden convivir en el mismo corazón. Su poesía y música siguen presentes en los espacios culturales, mientras que su nombre inspira a las nuevas generaciones a mantener viva la defensa de la justicia social y la soberanía nacional.
Su ejemplo nos recuerda que la verdadera inmortalidad se alcanza cuando el pueblo mantiene viva la memoria y el espíritu de quienes ofrendaron su vida por un futuro mejor y una patria libre, digna y soberana.