«Operación Chanchera: El Golpe Decisivo que Puso en Jaque al Régimen de Somoza»

El 22 de agosto de 1978, en un audaz y trascendental acto que cambió el curso de la historia, el comando guerrillero «Rigoberto López Pérez» asaltó el Palacio Nacional mientras se celebraba una sesión del Congreso Nacional. Esta operación, conocida como «Operación Chanchera» y «Operación Muerte al Somocismo», no solo desafió con valentía al régimen de Somoza, sino que también cimentó las bases para la etapa insurreccional que culminaría en el glorioso Triunfo de la Revolución Popular Sandinista.

La operación, liderada por el comandante Cero, Edén Pastora, representó un golpe preciso y contundente al corazón del poder somocista. El comando, integrado por valientes combatientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), no solo logró ocupar el Palacio Nacional, sino que también obligó a la dictadura a negociar bajo sus propios términos, poniendo en jaque al régimen de Somoza.

Cmdt. Cero, Edén Pastora

Uno de los logros más trascendentales de esta operación fue la liberación de 50 presos políticos, muchos de los cuales eran figuras clave en la lucha revolucionaria. Entre los liberados se encontraban Tomás Borge Martínez, uno de los fundadores del FSLN y líder fundamental en la resistencia contra la dictadura; René Núñez Téllez, destacado miembro del Frente, y otros combatientes cuyo retorno a la lucha fortaleció enormemente al movimiento revolucionario.

La liberación de estos combatientes no solo fortaleció al movimiento revolucionario al devolver a las filas del Frente Sandinista a líderes y militantes de gran relevancia, sino que también envió un mensaje claro de que la dictadura estaba perdiendo su control y que la victoria del pueblo se acercaba con paso firme.

La «Operación Chanchera» no solo exhibió la vulnerabilidad del régimen somocista, sino que también encendió una chispa de esperanza en el pueblo nicaragüense, inspirando a miles a unirse a la causa revolucionaria. Este acto de valentía y determinación evidenció que la resistencia popular, organizada y decidida, podía desafiar incluso a la maquinaria opresiva más poderosa.

El asalto al Palacio Nacional es recordado como una brillante operación militar y un símbolo del poder del pueblo unido por la libertad. Este momento decisivo preparó el camino para la fase final de la insurrección, que culminó menos de un año después, el 19 de julio de 1979, con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista y el fin de décadas de opresión en Nicaragua.